La paciente tenía poco más de 60 años, era menopáusica y había renunciado a la intimidad sexual hace varios años debido al dolor durante el coito. Una búsqueda de soluciones en Internet la trajo a nosotros, y su tratamiento progresó sin problemas, como se esperaba.
"Les he estado contando a mis amigas menopáusicas sobre este proceso, y sobre no tener que sufrir de dolor, lo cual es toda una revelación para ellas… ”
El último paso en el proceso fue probar el examen ginecológico, con la paciente recordando el pellizco que solía sentir cuando se abrió el espéculo en su interior. Esta vez, sin embargo, fue fácil y suave, lo que la hizo exclamar: "¡Se siente como en los viejos tiempos antes de la menopausia!"
El mensaje: la menopausia no es una sentencia de muerte para la vagina; la comodidad y la función se pueden restaurar fácilmente en unas pocas sesiones de tratamiento.